Durante años pasaba al bajar de casa al colegio por una tienda antigua de sellos de goma, placas impresas, letreros y cosas así. En el escaparate tenían varios modelos de placas para lápidas ovaladas de cerámica, las clásicas, con algún adorno y alguna inscripción sobre el muerto.
Mórbida adolescencia en que hasta hacía algún poema, (estilo Espronceda, todo hay que decirlo), el caso es acabé encargando una placa esmaltada, la mía. Sin fecha claro. Era así;
Aquí yace Alfonso
Tus amigos que te han olvidado.
Creo que no le puse foto tampoco, a ver que pintaba allí en plan Brad Pitt cuando me tocase.
Para esa temprana edad ya tenía comprobado que los amigos van cambiando generalmente con el tiempo y las circunstancias y lo que ahora parece imperecedero no lo suele ser. Y al fin y al cabo era de la city, si hubiera vivido siempre en el mismo sitio en algún pueblo (para los catorce ya había conocido tres casas y barrios distintos) quizás hubiera cambiado algo, pero creo que no mucho. Estuve en el mismo colegio hasta que salí para la uni.
La placa se quedó en alguna de las casas en que he vivido, junto con los negativos de mi intento profesional de free lance, un primer plano de Carrillo metiéndose el dedo en la nariz, en un mítin con La Pasionaria en Bilbao en la transición y otra de un gris apuntándome en plan Clint Estwood con su fusil lanzapelotas, esta era bastante buena, y el pelotazo no me dió por poco. Bah, no salió ni en «Combate», la revista troskista de mis amigos de entonces, ellos eran troskistas, yo de agnóstico y un acratismo educado no he pasado.
Que morboso es el romanticismo.
junio 5, 2010 at 7:31 am
Bueno Txirlo- He llegado hasta este comentario, que parece el más reciente, y en un pis-pas. Se me ha hecho demasiado corto. Aunque he leído alguna historia que no conocía.
He disfrutado con lo de La larva, y con el mail que iba dentro. Yo sigo atesorando mis recuerdos de aquella época, pero estoy viendo demasiado rencor entre los que hemos sido expulsados, para compartir ya algunos de esos recuerdos, pero espero que no te importe si me imprimo esa página, para que forme parte de mi álbum sobre todo lo que viví, y la gente que conocí.
Y seguiré viniendo, por si hay novedades.
¡Gracias por admitirme entre tu hinchada!
junio 6, 2010 at 9:56 am
Porfa viejecita, gracias a ti por enriquecer este recóndito y olvidado blog, .
Te confesaré un secreto, si no hay comentarios me desmotivo de escribir, para hacerlol solo para mi lo puedo hacer en un cuaderno de los de toda la vida, pero no tiene gracia. Al fin y al cabo se trata de comunicarse.
Si el blog de crónicas del gulag tuviese comentarios seguiría vivo.
😉
junio 6, 2010 at 10:51 am
Es que Crónicas del Gulag son palabras mayores.
Que ayer estuve largo rato leyendo en pantalla , (algo que me cuesta mucho, por el brillo, que mi vista ya no es lo que era), y no conseguí terminar el primer comentario, el más antiguo, (que en cuanto entro a un sitio nuevo para mí, intento ir al principio, y llegar hasta la actualidad). El caso es que no me dió tiempo a leerlo entero.
Como todos los comentarios sean como ese primero, voy a acabar con un montón enorme de hojas impresas… Pero todo se andará.
Y tendrás como mínimo los posts de esta viejecita. Que escribe como habla : demasiado.